UN TEMBLOR PRODUCIDO POR EXCESO DE CAFEÍNA
Había tomado demasiado café, pero es la única manera de afrontar las perversiones en papel de los amigos literatos (bueno, necesitaba una excusa para justificar mi adicción a la cafeína). Mis manos comenzaban a perder la presición que poseen regularmente y en verdad se convierten en un par de enemigas en el momento de mandar faxes. Detesto el trabajo de oficina, pero como escribió Joseph Conrad en Corazón de Tinieblas: "no me gusta el trabajo, a nadie le gusta, me gusta lo que hay en el trabajo: la ocasión de encontrarse a sí mismo".


FRÍO

Ya lo dije alguna vez, el arte y helarte mantienen una relación de interdependencia, quizá por ello el museo hace las veces de un congelador (conservará reconocible mi cadáver si llego a morir aplastada por un mural, o de frío). El clima dentro y fuera de este cultural recinto acrecentó mi temblor a tal punto que el Maestro Polo hubiera envidiado mi capacidad de enviar faxes parckinsonianos [creo que es un chiste local...].

UN POCO DE HAMBRE
La agitación involuntaria de mis manos y el hecho de repetir más de treinta veces las mismas frases me provocaron un sentimiento de hambre. Hube que apurar mi trabajo para que me dejaran salir a comer. Así lo hice. La hora de la comida es un momento casi mágico, después de estar todo el día con sólo un café y unas galletas en el estómago no es algo que se pueda soportar fácilmente. Los volátiles vapores de la sopa caliente despiertan mis sentidos, me transportan y me transforman: soy otra, estoy en otro sitio: revivo...


COMENZANDO A SENTIR ESTRÉS
¿Comenté que era jueves? Sí, jueves 8 de diciembre. Esos fatídicos y malévolos días suelo salir tarde del museo, después de que ya todo el mundo se ha ido y, quizá, descansa en sus cálidas casas o hace algo más divertido que coordinar (resulta que así le llaman ahora a revisar que no necesiten nada y, en caso de necesitarlo, proveerlo) un taller de literatura (no me molesta estar en el taller, aprendí mucho). Esa tarde decidí terminar (o intentar terminar) un proyecto en el cual estoy trabajando, así que no estuve del todo presente en el taller; sin embargo, el Universo, las circunstancias y el trabajo me orillaron a sentir un poco de estrés... "Saca unas copias, asegúrate que se firme el registro de visitantes, entrega los recibos, escribe y piensa en el proyecto, hazle caso a los cuates que están en el messenger para que no se enojen -sabes que lo digo por ti-, pide que te confirmen la asistencia a la reunión de al rato, sube a atender a César que te fue a buscar, pregunta si no se ofrece nada...". De todos modos tuve que correr a las 20:00 hrs para ir a secuestrar a Chris, era la fiesta de su cumpleaños.


ALGO QUE ME GUSTA LLAMAR FELICIDAD
Abrazos, caras conocidas que hacía mucho tiempo no veía, rosotros siempre presentes, once de mis personas favoritas... El ambiente se hizo propicio para que todos mis malestares y quejas se disiparan y me condujeran a sentir uno de esos momentos, efímeros lamentablemente, de algo que me gusta llamar felicidad.


DOLOR DE GARGANTA
Después de algunos problemas pizzístico-pecuniarios logramos (lograron, una de las razones por las cuales adoro a esos once sujetos) solucionar y salvar la noche para que Chris disfrutara su cumple y los demás de la compañía y las buenas pláticas. Nos hacía mucha falta reunirnos de una forma tan relajada, tan tranquila, tan maravillosa. A veces pienso que sería bueno dejar el tabaco, sólo por ellos, pero comienzo a dudar y a esperar que el destino ya no me lo permita, por el momento seguiré con estos molestos dolores de garganta que aparecen de vez en cuando cuando el tabaco se mezcla con el clima frío del museo y la nocturna ciudad que me cobija.


UN CALAMBRE EN LA PIERNA
Me molestan mucho los calambres (parace que este fue el post dedicado a mis males y quejas), sobre todo cuando hay que posar para una foto (lo intento, juro que lo intento, pero suelo salir bastante mal en esas falsas impresiones humanas). Los dolores, de repente, hacen las veces de excusa...


GANAS DE BESARTE (ich hatte große Lust...)
Te había visto y cruzado tres palabras contigo, pero (quizá fue la luz de la habitación de Ale) esa noche me fijé en tí, me lates, no puedo negarlo. Sin embargo, parecía algo tarde para intentar algo, sobre todo porque suelo hacer siempre una sarta de comentarios que pueden llegar a avergonzarme con los tipos que me gustan (no tengo que decir las nacadas que mencioné ¿o sí?). No intenté nada, pero el Universo me llevó a quedarme a tu lado, emplear mi dolor como excusa, platicarte insignificancias, sacarte un comentario medio sado y algunas sonrisas, obtener muchos abrazos y caricias. Escuchaba tu risa sonora y algunos comentarios referentes a la película que veíamos, sentía tus manos a veces acariciando las mías, a veces sujetándome con fuerza (casi enterrando las uñas :p...), veía directo a la televisión, saboreaba tus dedos, ¡pero moría de ganas por besarte! Hasta que me acercaste a tí [quizá ya lo sabías, pero besas muy rico]. Se empañaron tus lentes...


INCERTIDUMBRE
Suele pasar: me quedo con ganas de más... Aún no soy tan exhibicionista... Supongo que me ayudaste a darme cuenta de que él no es la única persona que piensa en mí ni el único sujeto capaz de ofrecerme su compañía. De regreso a mi casa comencé a pensar en hacerte algo más, en dejar de una vez por todas esa situación que tanto daño me ha hecho, que con el tiempo se va deteriorando más. Gracias, pero me debes una...


CERTEZA

Sí, estaba completamente segura: dos semanas después de esa plática que me dejó tan mal, desinfló mi ego y me posó en la nada; sabía que, por fin dos años y medio después, había terminado una etapa de mi vida. Cometí muchas tonterías (de las cuales no me arrepiento), aprendí un sin fín de cosas acerca de los seres humanos y sus sentimientos, me di de topes contra el librero, usé y abusé de mi libertad y de la tuya, te causé muchos pesares (pero creo que también muchas alegrías), nos divertimos a pesar de todo (al menos yo sí lo gocé y te lo agradezco, no por eso voy a dejar de amarte y odiarte al mismo tiempo).

¿Justo a tiempo para no perderte, amigo?