Dedicado a la memoria de mi libreta perdida en abril del 2006,
que en paz descanse guardando a mis pensamientos...


Me gusta mi pequeño y reducido universo: los amarillos atardeceres con hipnotizantes líneas rojas, las llanuras blancas aradas con suma perfección, los zorros rojos de hermosas colas persiguiendo pequeños conejos... eso no ha cambiado mucho, ahora los atardeceres se han teñido un poco de gris, las llanuras han adquirido un peculiar desagradable aroma, los conejos están cubiertos de hormigas. Me gusta, aún no ha cambiado mucho.

Amo a mis hermanos, somos del mismo tono oscuro y fuimos creados por la misma mano, aunque algunos hablan en otros idiomas, otros cantan, construyen cuerpos, nombres, buscan recuperar arquetipos, cuentan los años del Kali Yuga, temen a los dragones cual simples norteamericanos, escriben libros, disertan sobre el arte, la literatura, el sexo y los cocodrilos... Pero ahora todos están sucios, uno a uno fueron corrompidos.

Detesto la humedad que, cual diluvio universal, ha comenzado a atacarnos; las hormigas y otros bichos ya no son tan molestos: hacen cosquillas.

Odio... no puedo odiar, ni siquiera al tipo que tomó una decisión drástica y estúpida sobre mí, mis hermanos y mi mundo; no puedo odiar, soy un ser incompleto destinado a morir en silencio, sucio, desconocido, en medio de la basura.



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