Hace dos noches Calisto, Europa, Io y Ganímedes desaparecieron de nuestra vista por un par de horas; el blog y yo, por más de dos semanas. Al igual que con los satélites galileanos, nadie que no tuviese un bonito telescopio pudo apreciar cómo desaparecía este puntito de luz eclipsado por un gigante gaseoso.



No ha ocurrido mucho desde que el blog se movió en su órbita de Saturno a Júpiter: continúo escasa de ideas, comiendo un rojísimo atún y preguntándome si la cruel "gelatina" y su hermana menor no me estarán causando daño cerebral. Soñé que soñaba. Cambio un riñón por un par de boletos para el concierto de Amorphis. Ayer por la tarde se fue la luz y me recosté escuchando el sonido de la lluvia; en el momento menos esperado Cavendra regresó, me dijo un nombre pero no supe más pues el sonido del regulador lo ahuyentó.

Construyeron un techo azul para que los que se encuentren debajo crean que es el cielo y no cuestionen la inmanencia de su meta-encierro; la otra noche me di cuenta de que la falsa bóveda sin nubes me tapó la vista del edificio sonriente terminando con las tardes de juegos de miradas y las noches de ojos brillantes y dientes resplandecientes. El cielo ficticio és, también, una máquina bien engrasada para producir eco, Alos dice que es como tener esquizofrenia. A mí me provoca cefaleas, pero ya los llamo por su nombre, seguro que así se siente la esquizofrenia...

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Además de la inevitable ñoñización de Marvel, el detector de rayos cósmicos que tal vez el año próximo actuará como un gigantesco imán haciendo girar la ISS, el grotesco, pero atrayente, encuentro con el go girl y la idea de ser entidades de zinc (zinc, zap, zot!!!) y no del ya trillado carbono, no tengo más noticias que darles. El homicidio de un perro flaco al que un par de texanos quieren hacer pasar por el chupacabras no es más que el asesinato de la Fantasía como en un triste y lacrimoso cuento...

Galopa, huye, galopa, irreductible fantasía. Nunca más tendrás reposo. El mundo civilizado te acosa por doquier ansioso por exterminarte.
(Dino Buzzati, "El Coco")