Advertencia. Este post presenta contenido matemático modificado por mi mente inconsciente durante la fase de sueño MOR, de ninguna manera pretende ser lógico, congruente o propositivo en el capo de las ciencias, así que no se azoten si algo no concuerda con lo que les dijo la "seño" Lucy de la primaria, el Dr. Schummaher que dirige su tesis doctoral o la wiki.


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Ayer fue el aniversario de la muerte de Poe, pero lo recordé hasta muy tarde (el año pasado fue distinto); en cambio, pasé el día pensando en Toribio y Francisco Tario, y fantaseando con que Alos luciría como él si se rapara. Indudablemente continué mi lectura de Tapioca Inn, mansión para fantasmas y me fui a dormir.

Soñé que para poder titularme debía tomar una clase de Matemáticas que resultó ser una combinación extraña pero agradable con la Filosofía antigua, *sigh* como antaño. El salón de clases era amplio y estaba lleno de gente que no mostraba el más mínimo interés: platicaban, metían las manos en una colorida pecera, oían música, agitábanse sobre sus mesas, me incomodaban con su presencia. Estaban, también, algunos de mis ex compañeros de prepa (sí, de los que me regañan por haber estudiado Literatura y no alguna ingeniería) y creo que un par de mis ex alumnos (ahí se convirtió en pesadilla).

Mi mesa, muy bien ubicada con respecto al pizarrón, tenía algunas hojas y muchos bolígrafos, muchos, como cuando Mr. Bean hace examen. Había dibujado en el pizarrón un sistema de coordenadas 'x, y', el eje x estaba "bisectado" y la profesora (que juro haber visto antes en algún sito aunque no logro recordar de quién se trata) hacía volar nubes de tiza mientras escribía las instrucciones del ejercicio:

Hallar una fórmula para conocer siempre la medida de esta porción de eje bisectado.


Aquí empieza la jaladura de cabellos:

Mientras mis ex compañeritos de prepa me presionaban para que "luciera mi capacidad cerebral" con la respuesta, comencé a pensar en las paradojas de Zenón: pude ver claramente cómo se alargaba el pizarrón y surgían en él las imágenes de bordes blancos de Aquiles y la tortuga, ambos se movían en intervalos perfectos, pero el de los pies ligeros parecía no poder alcanzar nunca al quelóneo que levantaba polvo blanco en su carrera.

Para alcanzar a la tortuga, Aquiles debía recorrer primero la mitad de ese tramo, pero para hacer eso era necesario cubrir antes la mitad de dicho trayecto, así hasta el infinito... el infinito... Yo debía "bisectar" al infinito, pero para hacerlo debería primero comprender la mitad de cada una de las partes...

La tortuga me guiñó el ojo y de una de las bolutas de gis salió la suma infinita de 1/2n donde n=1... Les juro que es el sueño más nerd que he tenido...

Mi eje x era infinito, paradójico porque la mitad de éste era igual al entero: infinito. Por lo tanto la medida de la porción 1/2n cuando n tiende al infinito sería igual a una paradoja que destruiría el universo conocido: terminaríamos dividiendo entre 0 y mi salón de clases implotaría... permanecí en silencio mientras pensaba en la Literatura.

La tortuga brincó aliviada al interior de la pecera.