En el post de ayer dejé muy clara mi opinión acerca de la cancelación del programa del transbrdador espacial: considero que fue la decisión adecuada para nuestros tiempos, además agregué que

Quedó al final abierta la pregunta sobre si valió la pena el trabajo de tantas personas a lo largo de 30 años o si se trató de un error para el viaje espacial. De nuevo nos encontramos antes opiniones muy diversas, muchas son exageradamente duras e incluso desacreditan los logros del programa espacial frente al gasto económico. En estos casos, como en el mundial de futbol, todos somos directores técnicos o dirigentes de la NASA; todos creemos saber qué debió ser lo mejor para la agencia espacial, cómo debió gastarse y ahorrar el dinero, o incluso cuál prototipo tuvo que haber sido escogido en lugar del orbitador.

Es muy sencillo culpar a quienes se encargaron de tomar las resoluciones, plantear la construcción de la ISS como excusa para mantener un gasto innecesario y, simplemente, llamarlo error.

El transbordador espacial NO fue un error. Se cometieron errores (y negligencias) en algunos aspectos de su proceder, es cierto, pero no por ello se debe desacreditar el trabajo bien realizado aunque no haya cubierto a cabalidad las especificaciones iniciales, pero ¿en realidad las hubiese cubierto otro modelo de nave?

Además, yo no llamaría equivocación al programa responsable de que los niños estadounidenses quieran trabajar para la NASA y dedicar su vida a la ciencia [lo dijo Neil Degrasse Tyson: ¡¿cuándo se había visto que los niños soñaran con trabajar para el gobierno?!].

Por supuesto que valió la pena, no sólo para el progreso tecnológico y científico, también para plantear las bases de la cooperación internacional en el espacio y funcionar como un modelo a superar para las empresas privadas.

¿Que la NASA dejó de hacer otras cosas porque no alcanzaba el presupuesto? ¿Acaso hay prisa para conocer la infinidad del Cosmos?